São Paulo, Buenos Aires y Santiago de Chile hacen historia en el vigésimo aniversario de Primavera Sound

El estreno del festival en Brasil, Argentina y Chile amplía la comunidad Primavera Sound alrededor del mundo.

A 10.000 kilómetros de Barcelona, pero como en casa. Primavera Sound cierra dos semanas de intensa ruta latinoamericana con la certeza definitiva de que el modelo de festival atrae visitantes de todo el globo. No se trata de aterrizar, montar los escenarios y marcharse pocos días después; es otra cosa. Es algo que se ve, se respira y sobre todo se escucha. Es Primavera Sound, se celebre donde se celebre.

Eso que parece tan abstracto, tan difícil de definir hasta que lo vives, se ha hecho realidad contante y sonante estos días en São Paulo, Buenos Aires y Santiago de Chile: las tres ciudades han acogido, sin lugar a dudas, un Primavera Sound con todas las letras. Esas mismas que han lucido en forma de icónico letrero luminoso en el Distrito Anhembi, Costanera Sur y el Parque Bicentenario Cerrillos, aunque en realidad este triple estreno en Latinoamérica se ha dejado sentir mucho más allá de las localizaciones donde se han celebrado las jornadas principales. Porque Primavera Sound es un estallido musical que desborda cualquier recinto para filtrarse por toda la ciudad, en salas de conciertos, espacios diversos y rincones escondidos que ya forman parte también de la historia del vigésimo aniversario del festival.

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Unos festejos que empezaron en el Parc del Fòrum cinco meses atrás y que después han ido sumando nuevos participantes alrededor del planeta. En Brasil, Argentina y Chile, como en Barcelona, la efeméride ha tenido una banda sonora múltiple, imposible de etiquetar y al mismo tiempo 100% propia. Y con sus normas inexcusables: la apuesta por un line-up paritario y plural para propiciar que frente a los escenarios se palpe igualmente esa misma sana realidad entre el público. Esta celebración de veinte años de trayectoria ha terminado siendo también una celebración del único presente musical que cabe imaginarse. Uno apasionado, liberador y desprejuiciado como el visto en estas dos semanas, uno donde Primavera Sound trabaja para ser agente aglutinador de toda una comunidad global. Alrededor de su cartel pasan cosas que no pasan en otros lados.

De la madurez rock de Arctic Monkeys en sus primeros conciertos tras la publicación de The Car hasta el eterno regreso al futuro de la mano de Björk, pasando por Lorde y su ingenio pop, el encuentro con la superestrella urban Travis Scott, los hyper estribillos de Charli XCX, la canción de autor que Father John Misty, Phoebe Bridgers y Mitski encarnan en sus diversas formas, los himnos generacionales de Interpol o el universo irrepetible de Arca, saltar de cartel en cartel en estas tres primeras ediciones ha deparado reafirmaciones de todo tipo, pero también descubrimientos de acá y de allá. Con el talento local perfectamente representado y con Bad Gyal, Amaia, Los Planetas o Carolina Durante triunfando al otro lado del Atlántico, los eventos de São Paulo, Buenos Aires y Santiago de Chile han fortalecido la comunidad Primavera Sound estrechando lazos musicales en todas direcciones, incluso haciendo frente común a las inclemencias del tiempo cuando fue necesario.

Tres nuevos festivales con sus enriquecedores rasgos propios: el público Primavera Sound, sea de donde sea, venga de donde venga, se identifica entre sí. 120.000 asistentes congregados en la urbe brasileña, 120.000 en la ciudad bonaerense y 100.000 en la capital chilena les mueve y movió la música.

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