Crítica por Federico Martín Vargas
Akelarre se siente como un puñado de varias ideas que al combinarlas no se termina de entender concretamente qué quieren contar o demostrar en menos de 4 minutos. Podemos analizar la excelente fotografía en cada una de estas pequeñas secuencias pero a veces no basta con un simple puñado de videos, sino que quizás también la forma en que se presentan puedan llegar a dar comprensión de lo que se está viendo en pantalla.