Del guionista, productor y director Todd Field llega TÁR, película protagonizada por Cate Blanchett como Lydia Tár, la precursora directora de una importante orquesta alemana.
TÁR es una película de ensayo, una película de proceso, y Field quería intentar transmitir la mecánica dentro y fuera del escenario de tal evento. “Una preocupación sobre colocar a un personaje en este entorno era que la gente que realmente vive allí pudiera encogerse de hombros y decir que nos habíamos equivocado ––que habíamos presentado una versión de caricatura de la disciplina. Por ello, era esencial que el trabajo de dirección de orquesta tuviera un protagonismo real en la narrativa y que no estuviera allí simplemente como una historia de fondo para otra cosa. La lectura de los libros de John Mauceri sobre dirección de orquesta me señalaron el camino a seguir. Llamé a John, y me encontré bajo el hechizo de un verdadero maestro”.
Mauceri le planteó a Field un curso de estudio, y ambos pasaron muchas horas hablando por teléfono. “John fue increíblemente generoso con su conocimiento y su tiempo. Su entusiasmo, muy parecido al de su mentor Leonard Bernstein, es absolutamente contagioso”.
Durante años, Mauceri dirigió la orquesta del espectáculo “Movie Nights” en el Hollywood Bowl, atrayendo multitudes que agotaron las entradas y que contribuyeron a legitimar la música original de las películas en la mente del público de la música clásica. “John tiene un antecedente inusual para un director de orquesta”, dice Field, “ya que realmente entiende la mecánica de las películas. Así que teníamos a un conocedor, y en la práctica yo podía presentarle las ideas del argumento para comprobar su verosimilitud. El tiempo que pasé con él también me preparó para hacer preguntas difíciles a los profesionales de la música clásica en Alemania, quienes pueden ser notoriamente literales y religiosamente protectores de lo que venden, que por supuesto es la belleza y la respetabilidad”.
“ALLÍ ES DIFERENTE”
Para crear una sensación de autenticidad, Field entrevistó a una serie de músicos de orquesta alemanes, incluida la primera viola mujer en la historia de la Filarmónica de Múnich. “Ella compartió los desafíos a los que se enfrentó al llegar —cosas que ni en un millón de años sus homólogos masculinos habrían tenido que afrontar. El mundo de la música clásica germano-austríaca sigue muy congelado en el tiempo. No hay más que ver las principales orquestas. Al día de hoy, ninguna de ellas ha designado a una mujer directora de orquesta. Tan solo esto hace que nuestra película sea un cuento de hadas”.
MAHLER y ELGAR
“La 5a. Sinfonía de Mahler es un hito, no solo en el canon clásico, sino también en otras formas de música. Es fácil enamorarse del tercer movimiento”, afirma Field. “Durante años estuve obsesionado con los sutiles matices de las distintas grabaciones en función de la orquesta, la sala y el director. Hasta que me di cuenta de que la primera vez que mucha gente escuchó la pieza fue cuando vio la película de Visconti, Muerte en Venecia. Entonces, cuando John me preguntó cuál era mi pieza favorita de música clásica, sin pensarlo dos veces me convertí en un apologeta del Adagietto. Me llamó la atención, diciéndome: “Nadie que se tome en serio la música clásica se muestra cínico con el Adagietto. Olvida a Visconti. Construye tu película alrededor de la 5ª.”. Y así fue como lo hice. La historia se centraría en una directora, la primera mujer directora de orquesta en la historia de esta orquesta berlinesa, y se enmarcaría en un período de tres semanas en el que ella se prepara para la presentación de un libro en Nueva York, además de una actuación en vivo en Berlín para una grabación en directo del sello discográfico Deutsche Grammophon, de la 5a. Sinfonía de Mahler. Luego continuó diciendo:
“Después de esto, no tuve miedo de las pretensiones antipopulares y me sentí libre para presentar la música que amaba profundamente. Una de esas piezas fue el Concierto para Violonchelo de Elgar. Cuando Elgar escribió el concierto, era inaudito que una orquesta tuviera intérpretes femeninas. Sin embargo, la violonchelista Beatrice Harrison fue la primera en grabarlo frente a la Orquesta Sinfónica de Londres, que entonces era exclusivamente masculina, en el Stage One de EMI (actualmente los estudios Abbey Road) dirigida por el propio Elgar”.
“La pieza estuvo prácticamente olvidada hasta que en 1965, Jacqueline du Pré la grabó con la misma orquesta en el mismo estudio que Harrison, solo que esta vez, Sir John Barbirolli dirigía la orquesta. La pieza se vinculó tan estrechamente con du Pré, que la mantuvo como parte de su repertorio habitual. De hecho, fue lo último que ella grabó antes de morir, cuando volvió a Studio One, solo que esta vez con su esposo, Daniel Barenboim, dirigiendo la orquesta. Es en esta grabación que la violonchelista del guion Olga Metkina le dice a Tár que ella es la primera y gran razón por la que ella se volvió violonchelista”.