‘One Woman One Bra’: El debut keniano que desafía las narrativas impuestas en África

El Festival de Venecia 2025 abre espacio a nuevas voces con el estreno mundial de One Woman One Bra, el primer largometraje de la directora keniana Vincho Nchogu. La cinta, incluida en la sección Biennale College Cinema, plantea un drama íntimo y social ambientado en una aldea de Kenia, donde la lucha por la tierra y la identidad femenina se entrelazan con la crítica a las narrativas “basadas en mensajes” que han moldeado la imagen del continente africano en el cine y la cooperación internacional.

La historia sigue a Star, una mujer soltera de 38 años cuya falta de filiación oficial amenaza con dejarla sin hogar cuando su comunidad recibe por primera vez títulos de propiedad de sus tierras. Obligada a tomar decisiones extremas, la protagonista acepta colaborar en una polémica campaña promovida por una ONG, lo que la enfrenta a sus vecinos. Inspirada en experiencias personales de la directora trabajando con organizaciones sin fines de lucro, la película cuestiona cómo las ayudas externas y el llamado “salvacionismo” occidental muchas veces silencian las voces africanas para imponer un relato diseñado para captar fondos.

Nchogu, formada en Columbia University, reconoce que su visión cambió tras vivir en Nueva York y presenciar fenómenos como el viral Kony 2012, que recaudó millones sin resultados visibles en Uganda. Desde entonces, la cineasta se ha propuesto recuperar la narrativa africana, explorando cuánto de su historia y creatividad se perdió al adoptar la mirada de los colonizadores y las agendas extranjeras. Con One Woman One Bra, plantea una reflexión urgente sobre el poder de contar las propias historias sin filtros.

Rodada en la aldea de Nkosesia, la producción se convirtió en un ejercicio de colaboración comunitaria: el 70% del equipo provino del lugar, con mujeres de un grupo de teatro itinerante que incluso participaron en la escritura y el casting. Esta dinámica refuerza la autenticidad de una obra que, además de representar un hito como la primera película nigeriana producida en llegar al Lido, se erige como símbolo del cine africano independiente que busca emanciparse de narrativas prefabricadas para mostrar la riqueza cultural y humana del continente.