Review Chuzalongo por @ninaenwonderland
Una coproducción entre Ecuador, Perú, España y Canadá, dirigida por Diego Ortuño, reinterpreta la historia de la criatura fantástica de la mitología de Ecuador, el chuzalongo.
Un pueblo, donde conviven pueblos originarios, dueños de campos hijos de colonizadores y la religión muy presente, está pasando hambre, las cosechas ya no crecen. Mujeres aparecen muertas por las noches y se le adjudica la culpa a un lobo que da vueltas por el bosque, mientras que el sacerdote Nicanor descubre que un niño tiene el poder de hacer crecer los cultivos, solo necesita sangre humana para vivir.
Chuzalongo se convirtió en una de las mejores películas que vi en el año, mientras la veía iba escribiendo la crítica porque no podía esperar para reseñarla, es demasiado increíble y no entiendo por qué no se está hablando en todos lados. Una trama super compleja que toca temas fuertísimos como la diferencia de clases, el hambre, la religión, mientras acaricia el fantástico de una forma mágica y orgánica.
Un nene “vampiro” es el producto de una violación de un dueño del campo a una india, es abandonado y aprende a sobrevivir alimentandose de sangre. Lo que nace del abandono por la mezcla de culturas se convierte en una bendición y una condena al mismo tiempo, porque ese niño podría ser su salvación, pero es su ruina también, porque para alimentarlo, necesita sangre de mujeres.
En un momento expresan que “todos son hijos de la Pachamama,” que ante los ojos de la Madre Tierra todos son iguales. Y a su vez, pareciera que la misma les trajo a esta criatura como castigo, como lección. El pueblo tiene el poder de arreglar las cosas, pero no puede hacerlo. Salvar al pueblo de la hambruna implica sacrificar a muchas personas, y al mismo tiempo, ellos mismos en parte crearon a esta criatura al abandonarla, condenándose así a su destino.
La cantidad de capas de análisis que tiene esta película son infinitas y estuve maravillada en todo momento. Utiliza muy bien todos los recursos para contar una historia increíble. Narrativamente funciona de forma orgánica, todo lo que se cuenta está ahí con un sentido y hace a la trama.
A su vez no espera ser más de lo que es, juega mucho con el fuera de campo, en parte para generar suspenso y en parte también para no abusar de un recurso de violencia morboso, los ataques del niño a las personas no suelen verse sino en sombras y el sonido termina de construirlos. Una decisión completamente acertada, debido a que la película sabe que lo importante no es el impacto visual, sino lo que pasa en el subtexto.
Una película increíble, muy bien hecha y super analizable, un cuento que se fue contando de generación en generación y hoy se reinterpreta como una crítica social y una reflexión con una postura clara, los humanos somos la única solución a los conflictos que los mismos humanos nos generamos.
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