Esta crítica no contiene spoilers
Lucy in the Sky está basada en un extraño hecho real que fue tapa de varios diarios unos años atrás. Lucy (Natalie Portman) es una astronauta cuya experiencia en el espacio la cambia, ubicándola en un singular estado de ausencia en el que –literalmente– lo terrenal y cotidiano parece perder de a poco toda importancia, logrando que se aleje de su familia y pareja para hacer todo lo posible para poder volver al espacio.
La película empieza con todo, acompañándonos en todo momento con un vacío sonido del espacio, con fascinantes planos que resaltan constantemente. Uno de los puntos más fuertes del filme son la fotografía y los efectos especiales. Además de esto, la película innova con la variación de formatos que van cambiando a lo largo de la historia casi sin que nos demos cuenta.
La trama engancha porque el argumento en si es interesante, pero eso no hace que sea fluida en todo momento, ya que el equipo creativo jugó con un arma de doble filo: el humor. A pesar de ser sutil y ayudar cada tanto a que algunas escenas no se sientan tan serias, por otros momentos queda completamente fuera de lugar. Eso logra que la película se llegue a sentir pesada, por más que estén estos momentos cómicos presentes.
En la película se nos plantea la pregunta ¿Después de llegar a nuestra meta qué tenemos que hacer? Podemos actuar como obsesivos con tal de llegar a tener la misma satisfacción que tuvimos la primera vez o seguir adelante haciendo el mismo esfuerzo pero con la seguridad de que si ya lo logramos una vez, podemos hacerlo de vuelta. Acá hay una linea muy delgada, el tema es mantenerse en el lugar correcto.