Chloé Zhao regresa con “Hamnet”: una exploración espiritual, femenina y transformadora

Chloé Zhao vuelve a escena —como ella misma dice, “sale de su cueva”— con “Hamnet”, un film que desafía las etiquetas tradicionales del drama histórico para transformarse en una experiencia casi espiritual. Tras ganar el Oscar por “Nomadland”, la directora se adentra ahora en territorios emocionales más íntimos. “No se siente como algo que hicimos; se canalizó. Pasó a través de nosotros”, explica, describiendo un proceso creativo que la obligó a enfrentarse a partes de sí misma que antes mantenía reprimidas. La energía maternal y profundamente femenina que había evitado durante años emerge aquí con una fuerza nueva. “No estaba segura de poder manejar este personaje… para crearlo tenía que sacar esa parte de mí, y no sabía si estaba lista”, admite.

El periodo entre “Eternals” y este proyecto fue, según Zhao, una metamorfosis necesaria. Luego de una década filmando en distintos rincones de Estados Unidos y explorando la identidad desde su perspectiva como mujer china, sintió que todo ese material interno necesitaba transformarse. “Era como un volcán… y la erupción fue ‘Eternals’”, dice. Con actores como Paul Mescal, Jessie Buckley y el joven Jacobi Jupe, la directora diseñó lo que llama un “contenedor”: un espacio emocional donde actores y audiencia puedan sentir juntos. En el desgarrador momento en que Buckley enfrenta la muerte de un hijo, Zhao buscó “equilibrio entre preparación y entrega”. “Solo cuando se sostiene suficiente tiempo esa tensión de ‘ser o no ser’, llega la respuesta”, señala. “Ese grito no es solo su dolor; es dolor canalizado a través de ella.”

La naturaleza también se convirtió en protagonista. Un claro misterioso en un bosque de Gales inspiró el núcleo visual y simbólico del film, conectando el teatro isabelino con algo mucho más antiguo y universal. Para Zhao, el propósito de “Hamnet” no es solo generar catarsis, sino recordar que los seres humanos nacen con una extraordinaria capacidad de transformación. “Estamos diseñados para atravesar metamorfosis en cualquier etapa de la vida”, afirma. “Cuando hay tragedia, no hace falta decir que algo está mal; puedes verlo como el invierno. Cuanto más soportas el invierno, más glorioso será el verano.”

El trabajo con el joven Jacobi Jupe dejó a Zhao particularmente impresionada. Su talento y presencia permitieron momentos espontáneos que no estaban en el guion, como cuando el niño improvisó una línea clave durante una escena emocional. “No tuve que cortarlo para explicarle nada; simplemente lo hizo, con una madurez increíble”, recuerda. Mientras Zhao habla de su película como una experiencia casi de trance creativo, también anticipa que su próximo desafío —el piloto secuela de “Buffy the Vampire Slayer”— requiere una habilidad totalmente distinta. “Hamnet”, sin embargo, demuestra que Zhao sigue expandiendo los límites de lo que el cine puede ser: una experiencia sensorial, espiritual y profundamente humana.