Esta crítica no contiene spoilers
Realmente espero que con su segunda parte la historia logre tener una dirección un poco más exacta. En su grandeza de efectos visuales espectaculares, banda sonora inmaculada, vestuarios interesantes y un gran diseño de producción, se termina perdiendo la historia. En efecto no puedo quejarme de su cinematografía, de la mezcla de sonido, de la banda sonora y todo el diseño de producción, porque en sí es espectacular y sublime, pero el guión está inconcluso, es lento, no lleva a ningún lado. Cuando uno pensaría que la película está por concluir y llegar a su final, hay 20 minutos más de conflicto totalmente innecesario. Las actuaciones no terminan de destacar; Timothée Chalamet mantiene su actuación de siempre, emanando depresión hasta en una película de ciencia ficción. Zendaya que fue promocionada por todos lados apenas aparece. La pobre Rebecca Ferguson se la pasa llorando.
La dirección de arte, si bien es espectacular, peca de ser un poco chata en cuanto a la elección de la paleta de colores. El mismo tono anaranjado en todos lados termina ofreciendo un producto chato, sin contrastes, sin fondo. Aún así, el trabajo desde la dirección de arte hay que destacarlo. El diseño de vestuarios, peinado y maquillaje es digno de un Oscar. Mismo con el diseño de escenografía y la construcción de los espacios.
De esta misma manera, yo creo que esta primera parte de Dune no sirve para más que para la construcción del mundo, y es por eso que se siente tan floja y vacía. Es solo una excusa para introducirnos al mundo y los conflictos del mismo que espero se desarrollen eficazmente en las próximas entregas. De todas formas, una película jamás debería entregarse a ser solo una introducción carente de conflicto y de emociones. Y ahí es donde creo que falla. En palabras de Villeneuve, Dune es solo la introducción a una gran imagen, a una gran historia. Pero una película jamás debería justificarse en ser solo una introducción, si bien puede ser el fragmento de un todo, no debería reducirse a eso.