[CRÍTICA] ‘His House’ (2020) – Netflix

After all we’ve endured, after all we’ve been through, after all we’ve seen men can do, you think it is bumps in the night that frighten me? You think I can be afraid of ghosts?

Una historia de los fantasmas que resurgen en la tierra extranjera, producto de la guerra, la inmigración, el desarraigo y el trauma. Sabe pintar perfectamente la imagen del país extranjero como la tierra de los muertos, el lugar de nadie, donde espera todo lo que no podemos dejar atrás. 

Le da una vuelta más profunda al concepto de la casa embrujada; al enfatizar que no son las casas las que albergan fantasmas, sino las personas. Un edificio no puede estar perseguido por espectros, pero una mente puede estarlo. Nuestros fantasmas vivirán en nuestra casa, entre las cuatro paredes en las que vivamos, por el resto de nuestros vidas. No existe la posibilidad de escaparnos de ellos, de manera que la única opción que se tiene para dejar de vivir con tanto dolor es enfrentarlos.

Las apariciones, las máscaras sudanesas que parecen tan macabras, los susurros y los ecos de gritos, están todas al servicio de decir algo tan simple como necesario: 

Nuestros fantasmas nunca nos dejan. La única manera de que dejen de torturarnos es hacer paz con ellos. Aprender a convivir, incluso con el trauma más horrible, incluso con el recuerdo más doloroso, incluso con la pérdida más insoportable. Incluso con los fantasmas más arraigados. 

A pesar de que cada escena y cada centímetro de la casa gritan horror, y te hacen gritarles a los personajes “SALGAN DE AHI”, hay algo por debajo que se percibe silenciosa pero cada vez más intensamente, y es la necesidad de los mismos protagonistas de enfrentarse a ese horror, de mirar a los ojos a sus pesadillas. En este sentido es muy interesante analizar el rol de Rial, como desde el principio se la ubica en un lugar mucho más sensible y al mismo tiempo mucho más fuerte que Bol. Sabe reconocer desde el principio la verdadera naturaleza de la fuerza que los atormenta, y se sienta en la mesa con ella. La gran diferencia entre Rial y Bol es que Rial nunca cierra los ojos, nunca se tapa los oídos. Rial escucha y comprende todo lo que Bol todavía no sabe comprender. 

Y que cruel parece finalmente la actitud inicial de Bol, el ignorar los susurros y las voces que lo atosigan desde las paredes. Seguramente hasta el más tenebroso de los fantasmas es un alma adolorida, sola en la oscuridad, desesperada por ser escuchada.

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