La Sirenita ya llegó a los cines. La nueva película de acción real dirigida por Rob Marshall sigue la historia de Ariel, la joven sirena de espíritu aventurero que sueña con descubrir el mundo más allá del mar.
Para el director de fotografía, Dion Beebe, LA SIRENITA fue un proyecto complejo, pero también muy gratificante. La película fue rodada en locaciones de Londres y Cerdeña con cámaras Alexa 65 usando lentes anamórficas y esféricas, incluyendo el uso de grúas, múltiples cámaras, helicópteros y drones.
El primer obstáculo que necesitaba resolver era determinar cómo se moverían las cámaras y los actores en las escenas que transcurren bajo el agua. Para el mundo submarino se requería que los actores se movieran efectivamente en todas direcciones de manera rápida y eficaz, y fue un gran desafío hacer que las cámaras pudieran seguirlos. “Solucionar cómo se filmarían las escenas bajo el mar fue decididamente el mayor desafío –dice Beebe–. Es muy parecido a la filmación de escenas en el espacio o con gravedad cero, ya que los actores deben aparentar la ingravidez. Al final, decidimos recurrir a la técnica dry-for-wet porque nos daba el control que necesitábamos para montar la puesta en escena, coreografiar los números musicales y capturar la acción dramática”.
El recurso de dry-for-wet implicaba suspender a los actores con unos soportes especiales que controlaban sus movimientos y permitía que “flotaran”. “Armamos un sistema de soportes que eran operados por nuestro equipo de escenas de riesgo –dice Beebe. Estos soportes eran básicamente grúas de cámara contrapesadas con un arnés especial usado por los actores, permitiendo que se movieran a lo largo de todos los ejes posibles. Para igualar y muchas veces contrarrestar el movimiento de los actores, las cámaras eran maniobradas desde grúas telescópicas de 15 metros con cabezales remotos panorámicos”.
“Dion es un artista brillante –dice Marshall–. Comprende las sutilezas de iluminación y movimiento como pocos saben hacerlo. Su estrategia para las escenas bajo el agua radicó en captar la profundidad real del agua en cada escena y luego componerla mediante colores y sombras para lograr un mundo fotorrealista”.
Para completar la técnica dry-for-wet, Beebe creó un complejo sistema de iluminación que simulara la sensación de estar debajo del agua. “Mi técnico de iluminación y yo diseñamos unas bandejas con agua para luces de cine móviles que podíamos suspender por arriba del escenario, a través de las cuales se proyectaría la luz –dice Beebe–. Luego le pedimos al equipo de efectos especiales que armaran un mecanismo que agitara el agua y se generasen las cáusticas deseadas para las escenas submarinas”.
“Generó todo un sistema de cáusticas de agua, que son las formas generadas por la luz cuando atraviesa el agua, con la invención de un sistema de soportes de iluminación que contenía agua que era agitada y por donde pasaba la luz –dice Silver–. Normalmente las cáusticas se generan por reverberación, con tereftalato de polietileno, pero Dion diseñó el método más natural para iluminación subacuática que he visto, que funciona muy bien en la filmación”.
Varias escenas de la película transcurren en el enorme barco del príncipe Eric, cuya construcción fue realizada por el diseñador de producción John Myhre y su equipo en el tanque de agua descubierto de Pinewood Studios. Para la secuencia decisiva de la tormenta y el consecuente naufragio, el barco fue erigido sobre una inmensa plataforma hidráulica para que pudiera moverse de forma autónoma para las cámaras y produjera el efecto de estar en altamar. Con una altura de 24 metros entre mástiles y velas, el barco presentaba sus desafíos particulares a la hora de filmar, pero Beebe y su equipo tenían acceso a la cubierta principal gracias a plataformas móviles diseñadas por Myhre. También servían de plataforma para el montaje de las grúas telescópicas.
La isla italiana de Cerdeña fue elegida para el grueso de las locaciones, lo que generaba numerosos retos en cuanto a la logística. En primer lugar, había que despachar todos los equipos desde Londres. “Sin una planificación cuidadosa, hubiéramos estado en grandes problemas –dice Beebe– porque si llegábamos a necesitar algo que no estaba allí, iba a tardar, en el mejor de los casos, dos días en llegar hasta la isla”.
La filmación en Cerdeña ocurrió sobre todo a lo largo de una costa escarpada y sus playas, donde todos estaban inexorablemente expuestos a las condiciones climáticas del mar. Asegurar la continuidad de las escenas en un ambiente que cambiaba constantemente fue duro, y muchas secuencias necesitaron varios días para poder ser completadas. Se usó un sistema de botes y pontones flotantes entrelazados para filmar la mayoría de las escenas que ocurrían sobre la superficie del agua. Una grúa telescópica de 9 metros fue montada sobre uno de los botes y se la utilizó para filmar secuencias en las cuales los actores estuvieran en el océano, permitiendo que la cámara pudiera filmar casi al nivel de la superficie del agua. La mayor parte de la imponente fotografía aérea fue realizada con helicópteros y también, en menor medida, con drones para poder captar un paisaje inolvidable.
Fuente: Walt Disney Pictures