Park Chan-wook alerta sobre la IA y defiende el cine en salas con ‘No Other Choice’ en Busan

El reconocido director Park Chan-wook inauguró la edición número 30 del Festival Internacional de Cine de Busan con su más reciente obra, “No Other Choice”, un drama que ya tuvo su estreno mundial en Venecia. Basada en la novela The Ax (1997) de Donald E. Westlake, la cinta traslada la historia a Corea, donde un hombre despedido de una fábrica de papel llega a extremos brutales para recuperar un empleo y proteger a su familia. Para Park, la metáfora es clara: “La desaparición del negocio del papel no es distinta a lo que enfrentamos en el cine”, señaló, en alusión a las luchas de una industria que hoy pelea por su supervivencia.

El cineasta también aprovechó la ocasión para reflexionar sobre el impacto de la inteligencia artificial en el séptimo arte. “El problema de la IA aparece en el último acto de la película y refleja un miedo que todos compartimos. Nadie sabe lo que podría ocurrir pronto”, advirtió, reconociendo que aunque todavía no ha transformado del todo la industria, su ritmo de desarrollo es incierto y vertiginoso. Sus palabras situaron a “No Other Choice” no solo como una adaptación tensa y oscura, sino como una alegoría de los temores actuales sobre el futuro de la creación artística.

Más allá de la temática tecnológica, Park se mostró preocupado por la crisis de las salas de cine en Corea, que han visto caer la asistencia en los últimos años. “Nos preguntamos si los cines podrán sobrevivir a esta crisis y volver a ser lugares que el público ame de verdad”, afirmó, defendiendo que su película está pensada para disfrutarse en pantalla grande. En la misma línea, el protagonista Lee Byung-hun insistió en que “los detalles de las actuaciones y la puesta en escena solo cobran vida en un cine”, mientras que su compañera Son Ye-jin destacó el componente emocional del relato: “Es una historia sobre cómo la gente se adapta, resiste y ama”.

El elenco, que incluye también a Park Hae-soo, Lee Sung-min y Yum Hye-ran, celebró el regreso a Busan como un símbolo de resistencia del cine coreano.