La sorpresiva suspensión de Jimmy Kimmel Live! por parte de Disney y ABC desató una ola de protestas en varias ciudades de Estados Unidos. El comediante, reconocido por sus críticas hacia Donald Trump, fue retirado del aire tras las presiones del presidente, de dueños de estaciones afiliadas a ABC y del titular de la FCC, Brendan Carr. La medida provocó la reacción inmediata de cientos de seguidores, quienes denunciaron que la decisión representa un duro golpe a la libertad de expresión y una muestra del creciente autoritarismo en el país.
Las manifestaciones se concentraron en las sedes de Disney en Burbank y Nueva York, además del emblemático teatro de Hollywood donde Kimmel conduce el programa desde 2003. Entre los asistentes hubo fanáticos, abogados, docentes y ciudadanos que alertaron sobre lo que consideran un ataque directo a la Primera Enmienda. Deborah Short, residente de Hollywood, defendió al presentador afirmando: “Él no dijo nada malo. Él me representa. Si lo silencian a él, me silencian a mí”.
El malestar no se limita a la televisión. Varios manifestantes relacionaron la censura contra Kimmel con otros abusos de poder del gobierno de Trump, desde las redadas del ICE en comunidades migrantes hasta la presión sobre medios críticos. Oscar Villanueva, exoficial de policía, advirtió: “Lo que Trump intenta hacer es callar nuestra libertad de expresión. Quiere asegurarse de silenciar nuestras voces, y eso no es justo”, mientras sostenía un cartel en apoyo al conductor.
Abogados y activistas alertaron que el caso Kimmel marca un precedente peligroso para la democracia estadounidense. Para muchos, el silencio de conglomerados mediáticos como Disney y ABC agrava el problema al ceder ante la intimidación política. La manifestante Cassandra Martinez resumió la preocupación general: “Estamos perdiendo nuestros derechos ahora mismo. Si perdemos la libertad de expresión, los vamos a perder todos”.