Review de ‘El Conjuro 4: Últimos Ritos’ (2025)

Review de ‘El Conjuro 4: Últimos Ritos’ por Adrián C. Lanfranco.

Dirigida por Michael Chaves y protagonizada por Vera Farmiga y Patrick Wilson, la cuarta entrega de El Conjuro inicia en 1964, cuando Lorraine Warren, embarazada de su hija, percibe un hecho sobrenatural que desemboca en un parto complicado. La trama luego salta a 1986, en un suburbio de Pensilvania, donde la familia Smurl vive en aparente tranquilidad hasta que, durante el cumpleaños de su hija, comienzan a sufrir una serie de perturbaciones demoníacas en su hogar. Desesperados, buscan ayuda en los Warren, quienes ya retirados de las investigaciones paranormales y con su hija Judy (Mia Tomlinson) comprometida con su novio Tony (Ben Hardy), se muestran reticentes a involucrarse. Sin embargo, la insistencia de la familia los lleva a aceptar el caso.

A diferencia de otras entregas, la película se aleja de los personajes más icónicos del universo Annabelle y La Monja. Aunque se incluyen algunos guiños, aquí el foco se centra en la intimidad de los Warren. El film no es especialmente terrorífico, pero logra sostener el suspenso con momentos de sorpresa y los característicos efectos paranormales de la saga. Pese a ello, el trasfondo del demonio que acecha a los Smurl queda poco explorado, dejando la sensación de que faltó mayor desarrollo sobre el origen del mal.

Lo más interesante aparece en la faceta más humana de los Warren: un Ed más vulnerable, la dinámica familiar con el prometido de su hija y ciertos pasajes que equilibran lo dramático con toques de humor. En este contexto, Judy adquiere un rol protagónico, convirtiéndose en una pieza clave de la historia y preparando el terreno para un posible relevo generacional dentro de la franquicia.

En definitiva, El Conjuro 4: Últimos Ritos funciona como un cierre digno y emotivo de la saga principal. Más que apostar por un terror implacable, la cinta se presenta como un homenaje al legado de los Warren, combinando horror, emoción y el inevitable tono de despedida que marca el final de una de las sagas de terror más influyentes de la última década.