[REVIEW] ‘Modigliani, tres días en Montparnasse’ (2025)

Review de ‘Modigliani, tres días en Montparnasse’ por @javiercarrizo_cine

Johnny Deep regresa a la dirección veintiocho años después con una oscura biopic que lleva el sello de la psicología de quien se esconde tras el punto de vista. La película de poco más de dos horas de duración, sigue durante tres días al artista Amedeo Modigliani, en un caótico y esporádico pasar junto a sus amigos y amante, por la París de 1916.

Todo comienza con el escándalo de Modi (Riccardo Scamarcio) en un café y restaurante concurrido mayormente por la burguesía francesa, lugar al que el bohemio artista asiste para divulgar y tratar de vender sus obras. Guiado por el libreto de la pareja Jerzy Kromolowski y Mary Olson-Kromolowski, Deep visibiliza a un sombrío Modigliani en el marco de una estética que por momentos reverencia al cine mudo, mientras las sirenas de la amenazante Primera Guerra Mundial azotan a la “Ciudad de la Luz” de principios del siglo XX.

Con guiños a la relación de Christian (Ewan McGregor) con sus amigos Toulouse-Lautrec (John Leguizamo), y Santiago (el artista argentino), en Moulin Rouge (2001), y todo esto incentivado por el similar contexto de la París de esos años, transcurren las turbulentas horas de Modi, que como fue señalado empieza con su huida de la policía, pero siempre ayudado por sus amigos Maurice Utrillo (Bruno Gouery), y Chaim Soutine (Ryan McParland), y su musa Beatrice Hastings (Antonia Desplat), para que éste no pierda el incentivo, para que continúe con el deseo de llevar adelante su carrera. Luego de distanciarse de su amigo y “galerista” Leopold Zborowski (Stephen Graham), y después de una noche de severas alucinaciones, Modi se enfrenta a la posibilidad de salir de esa total indigencia al presentarle su obra al coleccionista  Maurice Gangnat (interpretado por la leyenda, Al Pacino).

La trágica vida del fascinante plástico iniciado por Van Gogh, el postimpresionista que influenció al citado, y que buscaba ir más allá de la representación visual del impresionismo para explorar la subjetividad y la expresión emocional, falleció por tuberculosis con sólo 35 años, sumido en una total pobreza.

La coproducida por Reino Unido, Estados Unidos e Italia, reproduce el estilo pictórico del susodicho por medio de una iluminación tan medida como la lóbrega tonalidad que Deep le imprime a la cinta, aunque también distingue con firmeza al responsable y acertado protagónico de Scamarcio, que explora un Modigliani fiel a lo que la historia ha descripto sobre el mismo.

El director parece perder la brújula que la narrativa alberga para los acontecimientos, y ese sabor a poco no es más que una ansiosa sensación, que no le da espacio al morbo, y que contiene en esa determinada naturalidad, los sucesos que conciernen a ese fragmento.