Los recientes y feroces ataques del presidente Donald Trump contra programas de comedia como “South Park”, “The Late Show with Stephen Colbert” y “Jimmy Kimmel Live!” han tenido un efecto inesperado y contraproducente: un masivo y, en algunos casos, histórico aumento de audiencia para los tres. La situación se ha convertido en un claro ejemplo del “Efecto Streisand”, donde el intento de censurar algo solo logra hacerlo más popular.
El caso más reciente y dramático es el de Jimmy Kimmel. Su regreso a la televisión este martes, tras una polémica suspensión impulsada por las presiones del gobierno, se convirtió en el episodio regular más visto en la historia de su programa, con 6.26 millones de espectadores. El monólogo de esa noche también rompió récords en YouTube, superando los 26 millones de vistas en menos de 24 horas. La reacción de Trump fue amenazar con una nueva demanda.
Este no es un caso aislado. Después de que se anunciara la cancelación de “The Late Show” en julio —una decisión que muchos atribuyen a presiones políticas—, la audiencia del programa de Stephen Colbert aumentó un 35%. De manera similar, la nueva temporada de “South Park”, que ha sido duramente criticada por Trump y su administración desde su estreno, está registrando algunos de sus mejores ratings en 26 años.
Sin embargo, el análisis plantea una pregunta inquietante: ¿Y si este no es un error de cálculo de Trump, sino una estrategia deliberada? El presidente, un experto en el manejo de los medios, podría estar utilizando estos ataques a la cultura pop como una cortina de humo para desviar la atención de problemas más serios, como la guerra en Ucrania o la situación económica. Irónicamente, las victorias en los ratings de sus mayores críticos podrían ser, precisamente, la distracción que la Casa Blanca está buscando.