Ricardo Darín y César Troncoso revelaron el duro rodaje de ‘El Eternauta’: 7 meses de frío, monstruos y trabajo en equipo

Durante una extensa grabación que se prolongó por siete meses, Ricardo Darín y César Troncoso se sumergieron de lleno en el universo de El Eternauta, una de las historietas más icónicas de Argentina. En una charla íntima recogida por Agustín Eme para su columna en Infobae en Vivo, los actores compartieron la intensidad del rodaje, marcado por escenarios hostiles, criaturas disfrazadas con trajes azules y una entrega total tanto frente como detrás de cámara. No fue simplemente una interpretación actoral, sino una experiencia que trascendió el guion, convirtiéndose en un acto de resistencia colectiva y de compañerismo, reflejando el lema central de la serie: “nadie se salva solo”.

“Hay algo en ese lema que no es solo una frase bien escrita”, expresó Darín. “Circula una energía. Si te bajás, te levantan. Si flaqueás, te sostienen. Hay un pozo colectivo que no deja que uno se hunda solo”. Esa sinergia se mantuvo viva en cada jornada de filmación, entre paredes cubiertas de pantalla verde y copos de nieve artificial cayendo sobre los actores, quienes enfrentaban criaturas que solo existían en la imaginación, pero que se hacían tangibles gracias al compromiso de todos los involucrados.

Darín confesó con su característico humor y pasión que muchas escenas se sentían como un juego extraño, en el que él y Troncoso debían enfrentarse a monstruos invisibles. Por su parte, Troncoso, experimentado actor uruguayo, destacó la intensidad emocional del rodaje: “Fue un proceso largo, de siete u ocho meses. Pero lo que más me impactó fue lo que pasaba detrás. El compromiso. La potencia. El respeto hacia una historia clásica argentina”. La serie no solo rindió homenaje al cómic original, sino que también se transformó en una experiencia emocional compartida por todo el equipo.

Más allá del elenco principal, Troncoso remarcó la dedicación del equipo técnico, desde los que creaban los efectos de nieve hasta quienes cuidaban meticulosamente cada iluminación. Todos trabajaban como si el peso simbólico del relato dependiera de ellos. Darín, en una reflexión final, puso en palabras la esencia de esta travesía: “Hay gente que está acostumbrada a trabajar sola y lo hace muy bien […] Pero hay otro tipo de personas, de actores, que necesitan del otro. Yo soy de esos”. Así, El Eternauta no solo cobró vida en pantalla, sino que se convirtió en una experiencia que reafirma la importancia del vínculo humano ante la adversidad.

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