El conductor Jimmy Kimmel volvió a su show nocturno después de seis días de suspensión y lo hizo con un discurso cargado de emoción. Frente a su audiencia, el comediante aseguró: “Nunca fue mi intención restarle importancia al asesinato de un joven”, en referencia a sus polémicos comentarios sobre la muerte del activista conservador Charlie Kirk. Con la voz entrecortada, explicó que desde el primer momento envió un mensaje de apoyo a la familia de Kirk y reiteró que jamás buscó culpar a un sector político en particular.
Durante su regreso, Kimmel agradeció a colegas como Stephen Colbert, John Oliver, Conan O’Brien y David Letterman por su apoyo, pero también sorprendió al reconocer a figuras conservadoras como Ben Shapiro, Mitch McConnell y Ted Cruz. “Aunque no coincida con ellos en casi nada, tuvieron el valor de defender mi derecho a expresarme y eso merece reconocimiento”, afirmó. El conductor destacó además la importancia de vivir en un país donde aún se puede hacer televisión crítica y advirtió sobre los riesgos de los intentos de censura.
El presentador no evitó hablar de las presiones políticas que desembocaron en su suspensión. Señaló directamente al presidente Donald Trump y al presidente de la FCC, Brendan Carr, por ejercer presión sobre las cadenas que transmiten su programa. “Diez años atrás esto habría parecido una locura”, dijo indignado, asegurando que se trató de una violación a la Primera Enmienda. También recordó cómo la cancelación temporal de Stephen Colbert y los ataques a otros comediantes demuestran un peligroso patrón contra la libertad de expresión.
En su monólogo, Kimmel también se quebró al mencionar a Erika Kirk, la viuda de Charlie Kirk, quien perdonó públicamente al asesino de su esposo. El presentador la calificó como “un ejemplo que deberíamos seguir” y pidió que el mensaje de compasión prevalezca por sobre la polémica. A pesar de que ABC decidió devolverlo al aire, cadenas como Nexstar y Sinclair mantendrán el veto al programa en varias ciudades. El regreso de Kimmel no solo marcó un hito para su carrera, sino también un nuevo capítulo en el debate sobre libertad de prensa y censura en Estados Unidos.