El Ministerio de Cultura de la Ciudad, a través de Mecenazgo, acompañó otra edición del festival No Convencional: una propuesta de espectáculos novedosos presentados en formatos atípicos, a menudo realizados en lugares inesperados y protagonizados por artistas profesionales y reconocidos, en conjunto con estudiantes y amateurs.
“Mecenazgo, uno de nuestros programas de apoyo y financiamiento, nos permite llevar a cabo el desarrollo de proyectos artísticos y culturales de gran potencial mediante el aporte de patrocinadores que se comprometen con nuestra cultura. Es a través del trabajo conjunto y del compromiso que obras como las que presenta el Festival No Convencional, son posibles”, sostuvo el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro.
Bajo la dirección y curaduría de Martín Bauer, este festival trajo por primera vez a la Argentina espectáculos musicales y de artes escénicas de todo el mundo, convocando al público a disfrutarlos de manera gratuita en espacios atípicos e insospechados, como la legislatura porteña, un gimnasio, un edificio en construcción y una galerías icónica del centro entre otros.
“El festival No Convencional propone usar escenarios imprevistos para sus espectáculos, siempre con la cercanía del público que lejos de ser sólo espectador, es parte”, expresó el director del festival, Martín Bauer.
Desde mayo de este año, el festival presentó diferentes shows gratuitos en carácter de estrenos argentinos para disfrutar en la Ciudad de Buenos Aires. Y como novedad de su segunda edición, el festival integró una fecha en la provincia de Buenos Aires, que se trató de un concierto inmersivo para gran orquesta en homenaje al centenario del nacimiento del revolucionario compositor Iannis Xenakis. El espectáculo fue interpretado por músicos de orquestas estudiantiles de la Ciudad y se desarrolló por primera vez en el CEDEM 2, un centro deportivo del municipio de Tres de Febrero.
Asimismo, como una propuesta de after office en el microcentro porteño, el 5 de agosto se presentó Drumming de Steve Reich -una obra maestra del minimalismo norteamericano-, por primera vez en el patio de Galería Jardín.
Los días 20 y 21 de octubre, alrededor de 1.200 personas disfrutaron de Experimentum Mundi de Giorgio Battistelli -una obra que, desde su estreno en 1981 en Italia, fue presentada en más de 200 salas y festivales de todo el mundo-. Por primera vez en
Argentina, y con la Sala Casacuberta del Teatro San Martín como escenario, en esta pieza de teatro musical panaderos, zapateros, albañiles y otros trabajadores, fueron protagonistas de la acción artística. Los materiales, sonidos, olores y movimientos de su trabajo, realizados en escena, se articularon con la música y el recitado de descripciones de herramientas tomadas de la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert. Una vez finalizada la obra, se había cocinado pan, levantado una pared y confeccionado zapatos en perfecta sincronía con la partitura.
Dentro de la programación de la Noche de los Museos, el 22 de octubre en el hall de Fundación Santander se realizó Timber de Michael Gordon: un show de percusión minimalista para 6 tablillas de madera interpretada por Tambor Fantasma, que presenciaron más de 250 personas.
Y los días 6 y 7 de noviembre en el recinto del Palacio de la Legislatura, más de 400 personas disfrutaron del estreno de Welt-Parlament de Karlheinz Stockhausen. Una ópera contemporánea alemana, para coro a capella cantando entre el público, con Pablo Seijo como maestro de ceremonias.
Esta edición del festival tuvo su cierre con Setenta Balcones, una performance teatral site-specific, al aire libre, cuyo estreno se desarrolló en los balcones de un edificio en construcción ubicado en el microcentro porteño (Tucumán 690). Creada por el director de escena argentino Lisandro Rodríguez, protagonizada por Toto Castiñeiras y elenco, con una instalación site-specific de Matías Sendón y vestuario a cargo de Gabriela Fernández, esta performance tomó un edificio en construcción cuya apariencia, por alguna razón misteriosa, es diferente a la de los edificios en construcción con los que uno se puede encontrar azarosamente en la ciudad: parece suspendido en el tiempo y en el espacio.
El lugar propuso un escenario neto, en un punto convencionalmente simple, que el trabajo de estos cuatro artistas de reconocida trayectoria transformó en un lugar incierto -no sin eludir la inevitable referencia shakespeariana a los balcones-. El público se ubicó en la calle y la vereda de esta esquina del microcentro para disfrutar de la función.