Esta crítica no contiene spoilers
¿Qué es lo que significa ser un cowboy?
Esta es lo que Clint Eastwood se viene preguntando desde los comienzos de su carrera cuando, antes de convertirse en uno de los directores más respetados de la industria (tanto por la crítica especializada como por el público), se estableció como un ícono indiscutible, no solo del cine de acción, sino también de la virilidad misma (véase la Trilogía de Los Dólares del maestro Sergio Leone o el film de Don Siegel Dirty Harry, entre otros). Así, no es bajo ningún concepto polémica la afirmación de que Eastwood constituyó por varias décadas la encarnación de la masculinidad misma: su figura fue la del héroe legendario de mucha acción y pocas palabras; mirarlo a los ojos significó siempre un encuentro cara a cara con el macho.
Cry Macho, protagonizada y dirigida por el mismo Eastwood en plena pandemia y a sus 91 años, problematiza decididamente esta misma imagen que lo envolvió durante toda su trayectoria, tanto frente a cámara como detrás de ellas. El director americano utiliza el film para reflexionar sobre su propio estado de icónico atravesado por una aparente fortaleza y vigor, dejando entrever un lado más humano y emocional. La puesta en escena de la película acompaña la percepción del personaje (Mike Milo, un hombre anciano que atesora el emocionante ayer, el cual pareciera ser un eco del mismo Clint), que, si bien sabe enmarcarse dentro del western, distingue un ritmo menos pendiente de tiroteos y más preocupado por la introspección, por la relación que se va desarrollando entre Mike y su joven compañero Rafo y, finalmente, por la constante repetición de la única verdad ineludible que penetra todo el film: No podemos volver a ser lo que alguna vez fuimos.
En resumen, la cinta lleva a cabo su cometido y logra explorar una interesante faceta diferente del héroe de acción envejecido (en este punto, es difícil no recordar Logan de James Mangold). El ritmo del montaje comprende el balance necesario entre el avance de la historia y el desarrollo de sus protagonistas, mientras que la película en sí jamás se torna aburrida. Es difícil predecir si será recordada de la misma forma que Unforgiven (otro ejemplo de Eastwood intentando deconstruir el mito del cowboy); solo el tiempo lo dirá. Lo que sí se puede afirmar en este momento es que Clint Eastwood, con Cry Macho, logra transportarnos nuevamente al mundo del western, y nos deja respirar en él. Por lo menos para que, por esta vez, y también como Mike, notemos que los aires han cambiado.