[REVIEW] ‘227 Lunas’ (2025)

Reseña de ‘227 Lunas’ por Javier Carrizo.

En una lección de humildad, de creatividad y de absoluta pasionalidad, Brenda Taubin, la directora de Telma, el Cine y el Soldado, película con la cual formó parte de Marche du Film del Festival de Cannes, llega al Cine Gaumont a partir de este 2 de Mayo con 227 lunas, uno de los estrenos más destacados de la cartelera cinematográfica de la presente semana.

El enternecedor documental narra la historia de Alejandro, un apasionado por el espacio y la astronomía, que hace pequeños planetas a escala de manera artesanal, hasta que un día recibe un inesperado correo de la Agencia Espacial Europea, que tras descubrir casualmente su página web, le piden que diseñe idealmente, 227 lunas. La agencia lanzará una misión a Júpiter y a sus lunas en busca de vida, y el deseo es que Ale realice los souvenirs para los trabajadores de esa misión. El film que entrelaza una épica personal y una misión espacial donde lo pequeño puede ser infinito, demuestra que no es imposible cumplir los sueños, y que el universo por más grande que parezca, también puede entrar en la palma de tu mano.

Quien comprende mejor que nadie ese deseo, esa afición, y ese anhelo, es Brenda, la encargada de trazar un puente entre el pasado y el presente. El camino que para el espacio exterior puede ser amplio e ilimitado, para los humanos se cierne probable, y en un recorrido que atraviesa el sendero de nuestras vivencias, en un plazo temporal asequible, pero que se resignifica en la celebración de lo colectivo.

El sueño de Ale no es suyo solo, porque en principio es transmitido en una fiel corriente empática que no sólo alcanza a la directora de la producción y a los integrantes de la misma, sino que la idea infiere que ésta también sepa emocionar a los espectadores y a las espectadoras de una película que dispersa una ternura inconmensurable. Por ello la prueba más sincera que sustente la afirmación, se concentra en ese deseo plagado de amor y de designios que velan por un mundo mejor.

A veces, las aspiraciones no son individuales, a veces la sociedad también participa de las ambiciones de los otros, porque creer en que el sueño es colectivo, es a la vez construir un estadio superior.

En el marco de un lenguaje que exulta lo infantil, lo manual, y lo hecho a mano, la dirección de arte, la música y el montaje, se sirven de la más auténtica exploración humana, como idea genuina y transmutadora, sobre un soporte narrativo que trasluce una gran calidez, y en el que la esperanza y los proyectos de vida, son sinónimos de que en este plano, todo lo que nos proponemos, todavía es posible.