“¿Cuál es el camino que hace la palabra para volverse olor?” En el Cultural San Martín

En la serie Capturas Olfativas, Cecilia Catalin extrae lo odorífero del soporte textual en películas y series, lo vuelve su estrategia. Suspende la imagen y engaña a nuestro sentido más usado mientras el olor, conducido a través del lenguaje, se vuelve una escena nítida de la que participamos.

¿Cuál es el camino que hace la palabra para volverse olor?

En la serie Capturas Olfativas, Cecilia Catalin extrae lo odorífero del soporte textual en películas y series, lo vuelve su estrategia. Suspende la imagen y engaña a nuestro sentido más usado, mientras el olor, conducido a través del lenguaje, se vuelve una escena nítida de la que participamos. La artista señala acciones, personas y categorizaciones en las que se manifiesta el olor, emanado o inhalado por los propios cuerpos, en espacios en los que nos hallamos inmersas como personas entre presupuestos sobre culturas o en categorías fantásticas, objetos y alimentos. Indagando sobre la construcción del campo olfativo en el lenguaje audiovisual, sus consideraciones y consecuencias sociales.

La muestra presenta una parte de sistemas discontinuos más extensos relacionados a la olfacción. Con intensidad variable: “visibiliza” distancias entre lo que huele y quienes huelen, en ambientes cerrados o monumentales, naturales o artificiales donde un aroma les rodea; los distintos núcleos emanantes; y las cualidades del olor modelado ficcionalmente, como la pincelada al color. Esta capacidad de molecularización del olor en el pensamiento activado por la palabra, podría pensarse como una producción de presencia olfativa [1]. La alusión a situaciones o experiencias de este tipo, traslada su significado desde el dispositivo fílmico al del cuerpo, volviéndolo sentido. Algunos mensajes traen afectaciones físicas que nos alteran o movilizan en esa transferencia; como hacerse agua a la boca, el asco o la piel de gallina. Nos convertimos en canales de la acción constructiva olorosa: cajas de resonancia olfativa. Lo oloroso como compuerta, un pasaje de la palabra al olor, aunque este estuviese primero.

Esta investigación artística aún en proceso pareciera desplegar ante nosotras las personas el campo del olor y en él a sus disputas: corporales, políticas, culturales y éticas, en relación con la alimentación, la accesibilidad, la contaminación, entre varias otras [2]. Sus materialidades, capacidades y soberanías. La palabra, su subtítulo, en referencia directa al mundo olfativo, emana un discurso. Una narrativa evanescente que se conserva unos segundos y va a parar a alguna subjetividad. En modelación incesante, paseamos por paletas olfativas cada vez. ¿A qué olores y de qué manera nos exponemos o somos privadas? Empujadas, también, cotidianamente a corrientes inoloras o artificialmente olorosas. La artista olfatea en las implicancias de los “objetos olfativos”, sus anclajes ideológicos y estructuras móviles. Nos inspira a preguntarnos[3] sobre el oler y los espesores de consciencia en los que nos hallamos las personas, como partícipes y productoras olfativas.

1 Como el efecto de un olor presente, en relación al concepto de “producción de presencia” de Hans Ulrich Gumbrecht.
2 Border, de Ali Abbasi (2018) o Parásito, de Bong Joon-ho (2019), son películas que traen a sus tramas “lo olfativo”.
3 Intensificadamente luego de la suspensión temporaria de los sentidos del olfato y del gusto en las personas afectadas de forma reciente por la pandemia de Covid-19.

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