Review de Pizza, birra, faso por @fede_martin21
Pizza, birra, faso, la película argentina escrita y dirigida por Bruno Stagnaro y Israel Adrián Caetano, formó parte de la sección Mar del Plata 70 años en el marco del 39° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Además, el filme ya había participado de la edición del año 1997 del mencionado festival, obteniendo la nominación a Mejor Película.
Pizza, birra, faso nos presenta a cuatro amigos viviendo el día a día en la hermosa (en ese entonces) Ciudad de Buenos Aires mientras buscan la forma de ganar dinero, aunque sus métodos no sean los más correctos. La película nos muestra a “El Cordobés”, quien vive con sus tres amigos y su mujer embarazada, Sandra, en la misma casa.
Pizza, birra, faso nos va sumergiendo poco a poco en la relación del pequeño grupo de amigos, conocemos sus vivencias, cómo se relacionan entre ellos y cómo afrontan la vida porteña dentro de su propia marginalidad. Algo muy interesante que tiene esta película y que ambos directores han logrado demostrar es un interés genuino (además del lado empático de diversas situaciones) por cada uno de los personajes, consiguiendo que los espectadores se terminen enganchado con absolutamente todos ellos, independientemente de si aparecen mucho o no en pantalla. Tanto Stagnaro como Caetano supieron armar un “universo” dentro de la trama principal en el cual los personajes son todos llamativos.
El ritmo de Pizza, birra, faso también ayuda a hacerla más disfrutable, sumado a que el elenco principal (Héctor Anglada, Jorge Sesán, Pamela Jordán, Walter Díaz) se complementan muy bien en pantalla y esa química se nota demasiado escena tras escena. En ningún momento la película se siente aburrida o densa, sino todo lo contrario, te dan ganas de ir conociendo más y más a estos personajes y que tan lejos pueden llegar con cada uno de sus propósitos.
Muchos críticos también han hecho mención de cómo esta película comienza a mostrar el “debacle” de la sociedad argentina de cara a lo que terminaría sucediendo en el año 2001. En ese sentido, si bien yo soy chico y apenas tenía un año de edad en 2001, sí puedo estar de acuerdo en que muchas de las situaciones que vemos en Pizza, birra, faso son perfectamente (y lamentablemente también) replicadas en nuestra sociedad de hoy, aunque algunos matices o contextos sean bastante o ligeramente diferentes. Y creo que parte de esa esencia también es lo que hace a Pizza, birra, faso mucho más disfrutable gracias al realismo impuesto de principio a fin.
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