Crítica por Federico Vargas
Luego de meses y meses llenos de rumores, filtraciones (tanto reales como no reales) Spider-Man: No Way Home llegaba a los cines el 17 de diciembre buscando ser una de las mejores películas del año, del personaje y porque no, de las más taquilleras también. Y lo logró. Fan service en estado puro.
No solo lo logró ser una de las mejores películas del año, lo cual no tuvo tanta competencia como se esperaba después de entrar en el segundo año de la pandemia y la aparición de la variante Omicrón, sino que también es una de las mejores del personaje porque celebra más de 20 años de Spiderman en el cine. Las apariciones de Andrew Garfield y Tobey Maguire no son un plus, son lo necesario para esta celebración, incluso sabiendo que no tapan el desarrollo del Spiderman de Tom Holland en ningún momento.
Obviamente no es una película perfecta, ya que tiene ciertas escenas o ciertos momentos bastante poco explicados y que se sienten “sacados de la manga porque si”, pero eso no quita que sea una película entrenida, llena de acción y que obviamente pega directo en la nostalgia, tanto por el lado de los héroes como de los villanos.
Todos hacen un excelente trabajo, incluso los que tienen poco tiempo en pantalla o “parece que están ahí pero no lo están”. Spider-Man: No Way Home es un viaje de dos horas y media que se pasan muy rápido, sabiendo que el disfrute, las risas y la emoción hasta las lágrimas (para bien o para mal) están 100% aseguradas.
¿Es la mejor de la trilogía de Holland? Sin dudas. ¿Es la mejor película de Spider-Man? Probablemente no, aunque el Spider-Verse live action sume muchos puntos por eso. Aún así, no tenemos que dejar de lado que es una gran película y que es una carta de amor para los fans de Spider-Man.