Review de El niño y la garza por Matias Sielecki
Desde siempre Hayao Miyazaki junto a su studio Ghibli nos trajo films llenos de fantasía y simbología a través de su maravillosas animaciones re afirmando una y otra vez que la animación no es ni un género menor o solo para niños, sino una herramienta más para contar grandes historias y El niño y la garza (nombre original Kimitachi wa dō ikivu ka) no es la excepción.
En El niño y la garza, Miyazaki vuelve a crear un mundo fantástico con sus increíbles imágenes para mostrarnos el camino entre ser un niño y convertirse en adulto, es decir el camino de la madurez.
Mahito es nuestro protagonista, un niño que es encuentra en un momento bisagra de su vida, ya que no solo está transcurriendo su adolescencia con todo lo que eso implica sino que debe de vivir cambios grandes como mudarse de la cuidad al pueblo y ver a su padre formar familia con otra mujer, cuando el todavía no supera el trauma de que le dejo al fuego vivo, la muerte de su madre.
Entre tantos cambios que tienen que enfrentar nuestro protagonista, en este caso él no habla o le cuesta expresarse. Quizás Mahito sea el más justificados de esto a mi parecer, porque una adolescencia generalmente suele ser un lapso de tiempo en el cual se presentan mil líos tanto en lo social como en lo personal y en este caso, como todo hombre, debe mostrase duro y fuerte como una piedra por más que no esté todo bien. Y aquí es donde sucede la magia, la fantasía llena de simbolismos, los cuales van hablar por él.
No es solamente una garza gris que molesta, sino que es un niño inocente que no supera la perdida de su madre pero tiene que estar disfrazados de hombre, por eso es que Mahito se enfrenta y se pelea constantemente con el hombre garza. Uno es lo que desea y piensa recurrente, lo cual no puede soltar, y lo otro es lo que debe mostrar al mundo. Por eso, el hombre garza es tanto la llave como el guía en este mundo subterráneo y no es hasta que estos dos se amigan que pueden salvar a la nueva esposa de su padre.
Por toda esta simbología y apego a los problemas de la realidad, entre otras tantas cosas, el Studio Ghibli con El niño y la garza vuelve a demostrar que la animación no debe de estar ligada únicamente a un público infantil sino que puede ser la herramienta justa y necesaria para narrar historias complejas y llenas de matizes para un público más maduro, en dónde nuestros protagonistas tengan que viajar a la profundidades de su inconsciente para superar sus traumas y dejar de cargar con ese peso, al igual que Mahito cuando arroja las piedras de su bolsillo.
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