Por Santiago Bárcena
Veneciafrenia, el nuevo film del español Álex de la Iglesia, se trata de una desordenada conjunción de grandes ideas. Comienza y termina como un slasher de los más clásicos (se debe resistir la tentación de, como está situado en Venecia, tildarlo de giallo), pero se busca situarlo dentro de un marco político, social y cultural particular de la realidad que están sufriendo los venecianos hoy en día, en relación al deterioro de la ciudad de los canales.
De la Iglesia, quien tilda toda obra suya como inherentemente imperfecta, no pareciera estar mintiendo en esta ocasión. Si bien los personajes son lo suficientemente caricaturescos como para hacer funcionar la trama, una serie de conveniencias e incongruencias en sus acciones y motivaciones dan lugar a una historia que, si bien tiene puntos altos en los momentos más terroríficos (lo cual se debe más que nada al talento narrativo del director), termina con tantas piezas interesantes, aunque en más de una ocasión estas no terminen de encajar.
A pesar de todo esto, es innegable el valor de entretenimiento que posee el film y lo interesante de las ideas que mueven la trama, aún cuando su ejecución deja bastante que desear (sobre todo aquel apresurado final). De la Iglesia sin dudas es un apasionado del séptimo arte, y estamos de acuerdo en que, más allá de ciertos desniveles, en varios aspectos la película acierta, después de todo, en la búsqueda que emprendió. Solo sucede que te deja con ganas de más; sin embargo, teniendo la posibilidad de ahondar en las profundidades, elige quedarse en aquella superficie.